lunes, 2 de mayo de 2011

El espacio público y su impacto sobre la actividad económica

Habitualmente, cuando se habla del impacto del urbanismo sobre la economía, enseguida nos viene a la cabeza la especulación, la burbuja inmobiliaria, el valor del suelo o el mercado de la vivienda. Sin embargo, existen también otros sectores que se ven profundamente afectados por las decisiones políticas que se toman en el campo del urbanismo y de la planificación territorial. Es, por ejemplo, el caso del impacto del diseño de los espacios públicos de las ciudades sobre las actividades económicas. Sobre las que ya existen, condicionando sus resultados y, por tanto, su supervivencia y los puestos de trabajo vinculados, pero también sobre la localización de nuevos negocios, es decir, sobre la creación de nuevas empresas y la generación de nuevos empleos. Debemos ser conscientes pues de que el urbanismo es también una potente arma de política económica.

Hoy, he podido leer una noticia relativa a la reforma de la plaça George Orwell del barrio Gótico de Barcelona (conocida popularmente como la plaza del tripi) y a cómo los comerciantes de la zona (básicamente bares y restaurantes) se quejan de haber perdido plazas de terraza y, con ello, capacidad de generar negocio. Es interesante ver como en este caso confluyen intereses divergentes y muy complicados de gestionar. Por un lado, los vecinos que pretenden, con todo el derecho del mundo, ganar espacios públicos que mejoren su calidad de vida y reduzcan la inseguridad y los ruidos. Por otro lado, los intereses de los empresarios, que ven como su inversión se ha visto condicionada por un cambio en las condiciones de desarrollo de su actividad. No es fácil acomodar estas dos visiones, pero no puede ser imposible.

Por el lado de la actividad económica, cuando alguien se decide a ubicar un negocio en un lugar determinado, a priori, lo hace porque ha analizado la localización desde un punto de vista de confluencia de público objetivo, existencia de negocios similares que convierten el lugar en una especie de clúster de una determinada actividad, así como la viabilidad técnica de, entre otras cosas, poder emplazar un número equis de mesas de terraza. Cuando una persona emprendedora valora la posibilidad de pagar un traspaso por un local en esta plaza, a la hora de evaluar el precio del traspaso, de las reformas a realizar o bien del alquiler del local, pone en el otro lado de la balanza las plazas de terraza. Porque sabe que es un elemento diferenciador, que le permite cumplir con las preferencias de su público objetivo y atraer clientes que dejarán de ir a otros bares que no tienen terraza.

Cuando el Ayuntamiento decide intervenir sobre el espacio público, de forma que elimina gran parte de las plazas de terraza, está cambiando la situación sobre la cual negocios decidieron acometer la inversión necesaria para ubicarse en un determinado espacio, poniendo en peligro su viabilidad, los puestos de trabajo asociados y, a la vez, disminuyendo el potencial económico de la zona y su capacidad de atraer nuevos negocios.

Es un ejemplo claro de cómo el sector público puede determinar de forma sencilla el modelo económico de un barrio, decidiendo de forma indirecta qué tipo de negocios se ubican. No me cabe la menor duda de que esta plaza necesitaba una reforma que, en primer lugar, la convirtiera en un lugar más seguro, agradable y habitable. Sin embargo, pongo en duda la coherencia de la clase política, que por un lado dicen que hay que fomentar la actividad económica, reducir las trabas administrativas y apostar por el pequeño comercio, mientras por el otro, ponen en jaque la viabilidad de muchos negocios existentes.

Soy consciente de que es complicado tomar decisiones de diseño de espacios urbanos que contenten a todas las partes y que la mejora de la calidad de vida de los vecinos deber ser prioritaria. Pero no siempre es así, lo vemos en el centro de Barcelona, y creo que sigue sin ser así aunque de vez en cuando aparezcan reformas como esta. Sería interesante analizar el impacto real de la reforma del espacio público sobre la actividad económica, el antes y el después de la intervención y tratar de concluir objetivamente si el cambio ha valido la pena. Aunque está claro que como dice una vecina, no todo es negocio, para crear ciudades que puedan competir en el mundo actual se necesita una actividad económica dinámica y con posibilidad de generar negocio y ocupación.

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