jueves, 6 de mayo de 2010

El vehículo eléctrico no es la solución, 3,7km. lo son

El próximo lunes 10 de mayo se inicia el proceso de consulta popular sobre la reforma de la Diagonal de Barcelona. Sobre el papel, se pregunta a la ciudadanía qué alternativa prefieren, una reforma con un bulevar, con una rambla, o si prefieren dejarla como está. En mi opinión, las opciones de reforma, A o B, resultan indiferentes, con sus pros y sus contras, lo importante de la decisión es la introducción del tranvía en el corazón de la ciudad y, por tanto, la apertura a un cambio profundo en el modelo de movilidad dentro de Barcelona. Porque lo importante de esta reforma de la Diagonal son los 3,7km. de conexión entre las líneas de tranvía existentes, el Trambaix y el Trambesòs. Nunca tan poca distancia ha abierto la puerta a tantas posibilidades de mejora en la calidad de vida en la ciudad de Barcelona.

Lo primero, es importante recalcar que el mayor gasto energético (en todo el planeta) se produce en el transporte de personas y de mercancías. Mucho más que el consumo industrial o doméstico. En este sentido, es innegable que a partir de los años 60, con su introducción masiva, el coche supuso un nuevo paradigma como referente de la libertad individual. Sobre la base de un petróleo asequible, excepto en las crisis puntuales de principios y finales de los 70, se generalizó el uso del automóvil, propiciando de la mano profundos cambios urbanos. En las ciudades, el peatón perdió protagonismo frente al coche, y las calles pasaron a ser vías de tráfico rodado, con la consecuente construcción de verdaderas autopistas urbanas como la Ronda del General Mitre o la Avenida Meridiana, en el caso de Barcelona. Precisamente, una de las consecuencias directas de la elevación a los altares del coche fue la supresión de los tranvías en la ciudad de Barcelona, a principios de los 70. Fuera de las ciudades, el coche contribuyó a un crecimiento en forma de mancha de aceite, a una urbanización del territorio dispersa, a la aparición brutal e imparable de numerosas urbanizaciones y polígonos industriales totalmente aislados de cualquier trama urbana preexistente. El coche, parecía, que hacía posible el sueño de la ciudad jardín.


Ahora, en el año 2010, una combinación de factores económicos y de percepción social parece habernos conducido a una situación, sobre la cual, existe un relativo consenso en calificarla de insostenible. La sostenibilidad está a la orden del día, y en este contexto toma fuerza la alternativa del coche eléctrico, como la panacea para poner fin a los problemas de contaminación provocados por las emisiones de los vehículos de gasolina y diésel. Sin entrar en el hecho de que una gran parte de la energía eléctrica actualmente se genera a partir de sistemas no renovables, la verdad es que desde ese punto de vista y para los desplazamientos de larga distancia fuera de contextos metropolitanos, el vehículo eléctrico supondría una reducción muy considerable de las emisiones contaminantes. Sin embargo, actualmente se carece de modelos con autonomía suficiente para poder garantizar largos desplazamientos.

Pero el problema de fondo, el de la movilidad urbana sostenible, el de un transporte eficiente y eficaz, rápido y accesible, no se resuelve con vehículos eléctricos. Porque los coches, eléctricos o convencionales, ocupan de manera ineficiente el espacio de las ciudades, un espacio cada vez más densificado y, por tanto, más valioso. Este fin de semana, se hizo en la Diagonal una demostración práctica de este hecho. Para transportar a 400 personas, se puede utilizar un tranvía doble que circula a una velocidad media de 18 km/h, seis autobuses estándar que circulan a 12 km/h o 175 coches. Las cifras hablan por sí solas. El nivel de congestión que se genera es evidentemente muy menor en el caso del tranvía. Otro dato interesante, tan sólo el 8% de los vehículos que acceden a Barcelona por la Diagonal continúan el trayecto por la misma Diagonal. Es decir, la mayoría del tráfico que absorbe la Diagonal es interno, de movilidad de personas que viven en Barcelona. El tráfico total de la Diagonal representa tan sólo el 1,6% del total del tráfico de Barcelona, sin embargo, genera una congestión elevadísima, en parte por los efectos perniciosos para el tráfico que generan sus cruces con la cuadrícula del Eixample.


El tranvía asegura una velocidad media más elevada, porque tiene prioridad semafórica y una plataforma de circulación exclusiva. Ofrece una frecuencia de paso significativa, un tranvía cada tres minutos por el tramo central de la Diagonal. Pero obviamente el tranvía no es un modelo de transporte que pueda funcionar en exclusiva, necesita de la complementariedad de una red de autobuses menos densa y más racionalizada, que no se solape innecesariamente con la red de metro, la cual es necesaria para asegurar desplazamientos en distancias más largas. El tranvía permite una movilidad sostenible y es tremendamente eficaz en ciudades compactas, como Barcelona, que además cuenta en su núcleo más central con una malla cuadricular que un visionario como Cerdà diseñó precisamente para asegurar la implantación de una red de transporte a través de sistemas de locomoción arrastrada, es decir, del tranvía (de ahí surge el famoso chaflán del Eixample).

En definitiva, la reforma de la Diagonal es de suma importancia para el futuro de la ciudad, ya que la Diagonal simboliza a la perfección un modelo de movilidad agotado que debe ser superado. El tranvía por la Diagonal debe ser la punta de lanza que ayude a un cambio social e institucional que apueste por su reimplantación, por una movilidad realmente sostenible, pero sostenible porque permite un uso eficiente y eficaz de tres recursos escasos: el suelo, la energía y el tiempo.

3 comentarios:

  1. Está claro que la solución es el transporte público eficiente, pero el transporte privado nunca desaparecerá al 100%, así que, para las ciudades, qué es mejor: los coches, motos y autobuses actuales o vehículos eléctricos? No hay duda

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  2. Bueno, hay dos formas de verlo. Una es el conformismo y otra el posibilismo. La obligación de la Administración es incentiva el uso del transporte público desarrollando sistemas accesibles, rápidos, eficientes, asequibles. Si se consigue eso, la gente (incluso yo) usará el transporte público. Si me dan a elegir entre dar dinero para comprarte un coche o moto eléctrico o invertirlo en más tranvía, pues me quedo con lo segundo. Pero está claro que una cosa no quita la otra.

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  3. LA DIAGONAL DE BARCELONA, BULEVAR O RAMBLA.

    Rafael del Barco Carreras

    11-05-10. La cumbre de la Democracia, por primera vez en la Historia de Barcelona se consulta a los ciudadanos si queremos… ¡ya no me acuerdo…! Si los coches y autobuses por el centro o los lados… o el tranvía por el medio… Bulevar o rambla, que según el diccionario es lo mismo o da igual. Consulten el de la Real Academia de la Lengua Española; bulevar “nombre que se da a ciertas calles, generalmente anchas y con árboles”, rambla “en Barcelona y otras ciudades, calle ancha y con árboles, generalmente con andén central”.
    Si Cerdá hubiera consultado sobre el Ensanche con la tendencia actual al naturalismo o “desarrollo sostenible”, “els verds”, Barcelona seguiría amurallada a lo Ávila o Lugo, ¡un sueño! Los magníficos campos y huertas del suave declive desde Collcerola al mar disfrutarían de sus arroyuelos y pozos. Una rica campiña. Sarriá, Gracia u Horta, bucólicos pueblos. Aunque sin televisión, u ordenadores e Internet para votar, las voluntades son de difícil predecir.
    Lo que a buen seguro no se hubiera votado, ni menos a ninguno de los últimos y “democráticos” alcaldes socialistas se les ocurrió consultar, es sobre el Gran Fraude Inmobiliario de la nueva Diagonal desde la Plaza de las Glorias al mar, DIAGONAL MAR - FÓRUM.
    Alguien se figura una consulta donde propusieran a la ciudadanía:
    Opción A; construir una nueva ciudad con miles de pisos cuyos precios oscilarían entre los 400.000 o 700.000 euros y 2.300.000 más amarres. Disparate ajeno a cualquier posibilidad de mercado.
    Opción B; dejar que el crecimiento vegetativo de Barcelona más las inversiones públicas crearan las viviendas necesarias para que cientos de miles de jóvenes optaran a su primer piso a un precio posible.
    La ruina actual, que sumándose a la depredadora política global española ha conducido a un desastre de paro y quiebras que amenaza y obliga a la ZONA EURO a inyecciones masivas de nuevos euros que no se destinarán a nada productivo sino a mantener flotando la QUIEBRA GENERAL.
    Al día siguiente de que la Merkel amenace a España, en Barcelona se monta un festival electoralista con incluso problemas informáticos, ni de lejos atribuidos a hackers piratas como anunció el Ayuntamiento, y mucho aire festivo.
    Unos milloncejos de euros tirados por la ventana a beneficio de publicistas, propagandistas y chupópteros del entorno del socialismo catalán. Las teles y prensa locales parecen en gran campaña, facturando… y felices.
    El único problema que no tiene Barcelona, su DIAGONAL, convertido en puro folklore, y lo que es peor, un futuro presupuesto de 200 millones de euros, que se doblará como todas las obras públicas, para nada.

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